El mural inconcluso de Diego Rivera
Aunque muchos dicen que el Estadio Olímpico Universitario México 68, tiene forma de sombrero de charro, en realidad representa el cráter de un volcán.
Solo los que hemos tenido la oportunidad de pisar esa cancha, podemos hablar de la sensación de estar adentro del cráter de un volcán en erupción.
El estadio, al igual que casi toda la ciudad universitaria está construida básicamente con piedra volcánica y aunque su vecino cercano, el Estadio Azteca también ostenta piedra volcánica en algunos de sus muros, es el Estadio Olímpico, el único con ese aspecto negro que le da la piedra volcánica y que lo hace tan hermoso.
El Estadio Olímpico se inauguró en 1952 con un juego de futbol americano entre los Pumas de la Universidad y el Instituto Politécnico Nacional. Para esas fechas, Siqueiros y Chavez Morado, trabajaban a marchas forzadas en otros muros de la Ciudad Universitaria, mientras que el mural del estadio iba a paso lento por la deteriorada salud de Diego Rivera.
Fue hasta 1957 cuando Diego murió y el mural no había sido terminado, y aunque existe el plano detallado para terminarlo, el rector de la UNAM, el ingeniero Nabor Carrillo, decidió suspenderlo y dejarlo así inconcluso en homenaje a Rivera.
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